lunes, 28 de agosto de 2017

Accidentes y el modo de conducirse en ellos

La pregunta que le hice a Eduardo al final de la proyección, y que me hacía a mi mismo, era, un poco pensando en el subtítulo: “la continuidad de la memoria”, cómo se hace presente a lo largo de la película la mirada, los ojos de los retratados, y que no son miradas esquivas sino que miran de frente a la cámara, miradas que nos interpelan, que nos dicen, que vas a hacer vos con lo que estás viendo.



Desde la niña que al principio levanta la mano para preguntarle a la guía de una casa histórica algo y no le dan bola, y con curiosidad gira la cabeza y mirando a la cámara le pregunta a quien la sostiene si tiene algo que ver con la casa, creo que pregunta “vos sos familiar o algo?”, el camarógrafo responde “ no, yo solo estoy filmando”. 
Y en esa pregunta, y en esa respuesta, estamos nosotros en una doble pregunta, la niña le pregunta al camarógrafo pero en la proyección esa pregunta se vuelve hacia nosotros los espectadores. Cómo hacer para que eso continúe en la memoria? Para que persista? Cuantas cosas quedarán divagando en nuestra cabeza y que en algún momento vuelva a aparecer? Cómo hacer para que eso no se nos cuele en la memoria? Digo, la película habla sobre la relación de padres e hijos, como dar cuenta de eso, y como hacer para que esa niña que nos mira no se filtre, no aparezca? Y en todo caso, no nos habla también de la relación padres e hijos?
Los ojos de la niña, del padre desde las fotos, la madre cuando nos cuenta sobre sus discos favoritos, los ojos del búho, los ojos de las coristas que cantan una canción a punto de extinguirse. 



Cuando comenzó la película pensé que las intervenciones de Eduardo como un personaje mas, traía la historia a la contemporaneidad, generando guiños con el espectador, complicidades, pero con el correr de los minutos, pensé que no, que no hay autoconciencia en  el relato sino un encadenamiento en el cual dentro del duelo o despedida que está realizando no es fácil tomar distancia, adoptar una postura, hacer que nos vean de tal o cual manera, y eso es porque es un momento de vulnerabilidad en el cual podemos generar en los demás tanto risa, deseo o llanto.




si hay relámpagos seré tu escudo/ y te protegeré/ 
si por el bosque nos persigue un oso/ luchare contra él” canta Antolin en Scoutismo para muchachos, y el papá de Eduardo será en su grupo Scout “Oso Sabio”, el oso como figura de sabiduría y temor. 


Eduardo juega al final con una miniatura de porcelana de un oso llavero rengo, intenta levantarlo ponerlo en pie y se cae. Así funciona la memoria, algo que se nos escapa, pero que a la vez persiste, en nuestras manos en nuestros ojos, o en una canción ya sea de Sinatra, Carlitos Balá o de Antolín.


PD Texto escrito a partir de la proyección de Crespo, la continuidad de la memoria de Eduardo Crespo al cierre de la muestra 71% de agua de artistas entrerrianos en el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe curada por Julia Acosta, Francisco Vásquez y Lucas Mercado. Mayo/Agosto 2017