viernes, 30 de enero de 2015

Sean Bateman, artista contemporáneo

Chloe Sevigny, American Psycho, Bret Easton Ellis

 Hay libros que te llevan a películas y películas que te llevan a libros, y no podes ver uno sin pensar en el otro. Esto me paso mientras leía las Las leyes de la atracción (1987) de Bret Easton Ellis, una novela narrada desde las diferentes voces de los personajes, un grupo de jóvenes estudiantes algo acomodados de la, creo que ficcional, Universidad de Candem donde estudian arte.
The Rules of Atraccion, Sean Bateman, Bret Easton Ellis
La novela esta protagonizada por Sean Bateman, que resulta que tiene un hermano mayor, ese hermano no es otro que Patrick Bateman, que aparece muy brevemente en Las leyes de la atracción, pero que protagonizaría posteriormente, dentro de la obra de Easton Ellis, la novela Psicopata Americano (1991).
Psicopata Americano, Patrick Bateman, Bret Easton Ellis

Estos hermanos me dispararon a que hay cosas que suceden en universos paralelos, que de alguna forma equilibran a estos hermanos desquiciados, una suerte de espíritu de simetría inconciente, que creo que vendría a estar representado por el personaje que hace Clohe Sevigny de Jean la secretaria de Patrick, la única persona de la que él en algún punto se enamora, o a la que al menos le perdona la vida jj.
Chloë Stevens Sevigny, musa y fuente eterna de inspiración de mi generación, abre la puerta al universo paralelo al que hacía referencia anteriormente, que es el de las películas de Whit Stillman, pude ver solo dos películas de é, pero quedé totalmente fascinado,

Una es Los Últimos días de la disco (1998), protagonizada por Chloë, que se la pasa de fiesta en fiesta, en un fin de fiesta claro, y cuando sus amigos se meten al baño de a tres para drogarse en unas esplendorosas discotecas, no es difícil imaginárselo, en la puerta de al lado, al obsesivo Patrick pensando en Phil Collins o Whitney Houston, conviviendo en un mismo tiempo y espacio que puede rozarse o no.


Chloe Sevigny, Las days of disco, Whit Stillman

Y así como Sean no sería quien es sin Patrick, Greta Gerwig no seria quien es sin Chloë, el parecido entre ambas es curioso, y hasta se diría que podrían ser hermanas adoptivas o del corazón (Sean y Patrick claramente no lo son) porque Greta interpreta a Violet en Damiselas en apuros o, Chicas en conflicto (2011), la última película de Stillman, a mi me gusta mas “damiselas”, pero a cada uno su gusto.
La historia de Damiselas transcurre en una idílica universidad “Seven Oaks”, en la que dirige un club de suicido, para evitar el suicidio, con métodos súper raros, como comer rosquillas u oler jabones de tocador. Y así como en Seven Oaks se celebran unas fiestas griegas de toga bastante sosas y aburridas, en Candem estan para compensar las “fiestas de disfraces para follar” a la que asisten también chicos y chicas de otras universidades, y seguro que algún colado de la Seven Oaks habrá, no?

Damiselas en apuros, Greta Gerwig, Whit Stillman
Sean Bateman intenta suicidarse, y es cierto que no va a pedir ayuda a nadie, pero que mágico sería verlo entrar por la puerta del Centro de Prevención del Suicidio y encontrarse con las taradas de Violet y compañía.

Greta Gerwig, Arthur

Sean Bateman artista contemporáneo? 
Una coincidencia mas: por un lado Greta interpreta a una artista ilustradora de cuentos infantiles, en Arthur (2011) y su opera prima se llama Crazy Secret Stories Of New York; por el otro, Sean Bateman, que alguna vez habrá tenido intenciones de ser artista, cuando es llamado por el Masur, Director de la Universidad para consultarle sobre su desempeño en el año se genera uno de los diálogos mas desaforado de las leyes de la atracción que aquí comparto: 

“—Bueno, verá… tuve problemas con un par de asignaturas —pausa—. ¿Me han suspendido taller de escultura?
—En efecto, así es —dice Masur, mirando siniestramente una hoja de papel color rosa que tiene en la mano.
—Pues no sé por qué —digo inocentemente.

—Al parecer Mr. Winters dijo que por su proyecto de mitad de trimestre; le parece que lo único que usted hizo fue pegar tres piedras que encontró detrás de su residencia y pintarlas de azul.”

Claramente, Sean, un incomprendido :)

lunes, 26 de enero de 2015

Al igual que a una red social, de la que uno no se despide sino que directamente abandona.


Confieso que no vi la película, sí vi todas las otras de Sofía Coppola, pero por algún extraño motivo esta no, creo yo que por puro prejuicio.
El encuentro con este libro fue súper azaroso, había leído un libro de cuentos basados en casos policiales argentinos reales y una amiga me recomendó este libro antes de las fiestas que lo leí de un casi de un solo aventón.
Lo que mas me llamo la atención fue desde el lugar que se cuenta la historia de las hermanas Lisbon o la voz que tiene el narrador.
Creo que no hay momento más misterioso en la vida que la adolescencia, y esta contada la historia desde la mirada de un vecino adolescente atrapado por esas chicas.
Cuantos de nosotros, ahora arrepentidos, habremos hechos comentarios muy burdos sobre tal o cual compañera, por como se vestía, se peinaban, por los dientes que tenían, juegos de palabras obscenos con su apellido, etc.
Yo lo hice, si, cualquier cosa servia para ser crueles, no se si concientemente, pero como era la costumbre, uno erróneamente creía que esa era la forma correcta de relacionarse con las mujeres.
Pero también fui de los que estuvimos fascinados por esas chicas, y con el paso del tiempo me creí mis propias historias, me invente que nos escondíamos debajo de la cama y le mirábamos las patas a su padre que entraba a revolverle los cajones para hojearle su diario o que salíamos a vender plantines para pagar el viaje de egresados porque éramos huerfanitos, o que juntos dibujábamos pistolas y rosas en el baño del Berduc y nos subíamos al inodoro cuando entraba alguien.
El paso del tiempo hace que las cosas cambien de escala: a las chicas de solo un par de años mas que yo las veía desde el patio de abajo y me parecían heroínas volcánicas que me abrasaban con la mirada, tiraban desde arriba sus chicles colillas y cáscaras de girasoles.
Hace unos días salí a caminar y se me dio por ir hasta el barrio al que fui a la escuela, a redimensionarlo, afrontarlo, le di la vuelta a la manzana, el campo deportivo esta abandonado, los arcos desvencijados y los aros sin red, pero encontré una puerta que tenia olvidada, una puerta que daba atrás de la capilla y conectaba con el patio interno y de ahí directo salía a la calle, sin que nadie nos viera rajabamos a tu casa, a copiar, de un suplemento especial de la 13/20, dibujos de tatuajes en los bordes de la carpeta.

Al igual que a una red social, de la que uno no se despide sino que directamente abandona, las cosas que alguna vez nos fascinaron y que abandonamos, en un momento, reaparecen y de eso se trata, de afrontarlo.


"A través de los árboles se divisaba la casa de los Lisbon, pero no se distinguían luces, probablemente porque a esa hora ya no funcionaba la electricidad. Nos metimos dentro, donde la gente se lo estaba pasando en grande. Los camareros servían ahora unos pequeños cuencos de plata llenos de helado verde. En la pista de baile habían colocado una caja de gas lacrimógeno que difundía una niebla totalmente inofensiva. El señor O'Connor bailaba con su hija. Todos brindaron por el futuro de Alice.

Nos quedamos hasta que amaneció. Al salir al encuentro de la primera madrugada alcohólica de nuestras vidas (una desleída aparición de luz, utilizada excesivamente a lo largo de los años por los directores que insisten en la misma nota), teníamos los labios hinchados a fuerza de besos y en la boca sentíamos un regusto a muchacha. En cierto sentido ya habíamos estado casados y divorciados, y Tom Faheem encontró una carta de amor en el bolsillo del pantalón, olvidada por la última persona que había alquilado el esmoquin. Las moscas del pescado que habían criado durante la noche seguían temblando en los árboles y en las farolas y hacían resbaladiza la acera, como si caminásemos entre ñames. El día amenazaba con ser bochornoso. Nos quitamos las chaquetas y seguimos por la calle de los O'Connor arriba, arrastrando los pies, después dimos la vuelta a la esquina y enfilamos nuestra calle hacia abajo. A lo lejos, delante de la casa de los Lisbon, estaba la ambulancia con sus destellos de luces. Ni siquiera se habían molestado en encender la sirena.

Aquella mañana los sanitarios vinieron por última vez."

martes, 13 de enero de 2015

Raspadita de Toto-Bingo


Leí por ahí que esta novela salió por entregas en la revista playboy y las únicas playboys que tuvieron mi generación fueron las que traían a Fernanda Callejón, Beatriz Salomón o Katja Alemann, eso si, en aquel momento ni ahí de leer las notas jjajj y obvio siempre escondidas en algún cajón perdido.
Pero esta vez arrancamos con algo a favor, que podemos andar con este libro bajo el brazo que tiene en la tapa a una súper combinación, de  una supersexy chica con una pistola humeante, en la mano y sin embargo no perder el estilo.
En este libro que se lee de un tirón cometí un error que fue leer primero la introducción de Fresán que esta buenísima porque te tira data piola y a la vez te entusiasma con otras lecturas, pero comete a mi parecer un error, que es el de tirarte el nombre de un actor como posible rostro de Jimmy Luntz, Fresan dice que nos pongamos en la cabeza a Steve Buscemi.
Y es cierto, hubiese sido en el que primero hubiese pensado, pero en algún punto medio te encapsula el coco, podría haber sido William H. Macy, porque no? O hasta john Reilly también (aunque con unos kilitos menos), tal vez deba leer las intro al final y dejarme llevar por la lectura.
También creo que cuando uno se copa con una novela y simpatiza con el protagonista siempre ese personaje se parece a uno mismo, a mi me pasa, que digo ah es medio como yo.
Bueno la cosa es que tiene unos diálogos re locos, en unos paisajes súper americanos, para mi que comencé mis lecturas policiales con los clásicos re correctos, luego con los nórdicos súper introspectivos y ahora leo estos, pienso que ni ahí Erlendur sería tan delirado de tener este pensamiento: «Igual que el exterior del edificio, las paredes de aquella habitacioncita eran de troncos de imitación. Luntz extendió la mano y descubrió que estaba tocando madera de verdad. No tenía ni idea de que todavía hicieran cosas de troncos de verdad. Simplemente había dado por sentado que todos los troncos eran falsos»,
Dudo también que Wallander, o el calenton griego del Comisario Jaritos, se detendría en una supersexy chica (como la de la portada) llamada Anita Desilvera, que tiene algo de Perdita Durango, pero bueh, no le pidamos a ellos esos menesteres y dejemos que el loco lindo de Jimmy Luntz, envuelto en raspaditas de Toto-bingo, vea como paga sus deudas de juego en Que Nadie Se Mueva.

miércoles, 7 de enero de 2015

Las ciudades


Un feliz reencuentro de este verano fue el de este librito y de otro mas que incluye una entrevista a John Berger, sobre pensamiento urbano, pero no desde el rollo urbanista sino desde la poética que generan las ciudades y no hay cosa que me gusta mas pensar, modestamente, sobre las cosas suceden en mi ciudad Paraná.

Este librin incluye un texto de Pedro Lemebel de quien lo primero que leí fue una suerte de manifiesto muy potente, y que un tiempito después mi amigo Pelado Rodriguez recitaba en una suerte de performance encapuchado y mezclando textos zapatistas, un bombazo total, en el hall del museo de la ciudad ( tal vez no fue ahí pero pega en el palo sino).

Luego conseguí "Besame de nuevo, Forastero" por Eloísa Cartonera, que vaya a saber donde lo dejé, así que no lo puedo revivir al detalle pero guardo hermoso recuerdo.

Cosa linda los veranos los reencuentros, invitando amigos a casa comiendo algo por la noche tomando fernet.

sábado, 3 de enero de 2015

No tendrán ningún bombero del cual enamorarse


Cuando nosotros sigamos el mandato paterno, en caso de que eso exista, y nos casemos y tengamos hijos, o no nos casemos pero igual tengamos hijos haciendo los tramites de convivientes para obtener así la cobertura social, y nuestros hijos tengan los suyos, y si todavía no rompimos lazos y nos sigan teniendo en cuenta en su memoria y en las horas previas al sueño, cuando pase el tiempo y ya estemos muertos, no encontraran de nosotros, ni un solo álbum de foto escondido al fondo de un cajón de un hermoso mueble barnizado con manijas de cobre, ni encontraran cartas que le enviara su abuelo a su abuela entre las hojas de un libro impreso, mucho menos dinero viejo en los bolsillos cargo de bermudas verdes, ni boletos, ni recortes de diario de avisos clasificados, carteleras o las paginas de las veces que el abuelo salía en el diario por algún malentendido sobre la ciudad en la que vivió toda su vida.
Para saber que fue de sus abuelos, y de los amigos de su abuelo deberá revolver en viejas redes sociales, leer entre líneas lo que ahí sucedía, captar el espíritu de su tiempo y lo que quería y movilizaba a su abuelo, revisar sus archivos, su bandeja de entrada, los chats colectivos. Probablemente a nuestros nietos lo único que le quede en el reparto será tecnología que mucho antes de que nacieran ya era obsoleta, muebles de placa armados por el abuelo comprados en supermercados y fotocopias abrochadas como forma de arte que se practicaba en el pasado.
No tendrán ningún bombero del cual enamorarse, no tendrán motivo para llamarlos por teléfono con prisa, porque muy probablemente no hereden nada que físicamente pueda incendiarse