martes, 7 de febrero de 2012

Hockey sobre cesped

Dado el éxito obtenido por mi performance en la película de vampiros y el excelente trato que tuve con los jóvenes, yo que supe ser “una joven promesa”, la productora no escamoteo en gastos y decidió convocarme esta vez para hacer el papel de un entrenador del equipo nacional de hockey, hockey sobre césped.
La productora, que siempre fue astuta en conseguir fondos de programas estatales, y supo rodearse de comunicadores afines a las artes, por culpa o por puro gusto, acertadamente, situó los entrenamientos y mi periplo en diferentes lugares del país, y así, con las áreas de turismo de cada pueblo, financiar el rodaje.
Los papeles de los jugadores son interpretados por lo que se considera los nuevos galanes, en la ficción, todos atormentados por problemas familiares, padres que depositaron sus esperanzas y ahorros en ellos, hermanos desposeídos, sedientos en las noches vueltos violentos con el reloj detenido, aprendiendo a los golpes el abandono y los nuevos amigos que se acercan por interés, gente que se arregla para salir en los diarios. Mis muchachos, así los llamo en el relato, aprenderán que el planeta no se sostiene de triunfos, sino de triunfos y derrotas, fracasos dice el guión, y que si bien el amor y el fin de las amarguras, puede estar a la vuelta de la esquina eso nunca sucede, y que la movilidad social es una mentira y que serán viejos como yo, les digo, y que no abandonen sus sueños, y que lo único verdadero es el pitazo de principio y final de este juego en el lampareado verde césped, hockey masculino sobre césped, de la siesta del complejo deportivo construido a las afueras de la ciudad por el estado provincial.
Cuando caen los títulos el director recurrió al recurso de poner que fue de la vida de cada uno, lo que le quita cierta magia, pero que abre y cierra líneas narrativas para próximas secuelas.

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