lunes, 3 de octubre de 2011

flor del Irupé


Cuando conversábamos con Lacho sobre cómo pensar esta muestra de manera conjunta - viendo sus obras, recordando, realizando pequeños ejercicios que nos permitieran abordar una producción compleja - se me vino a la cabeza la idea del movimiento y me puse a reflexionar acerca de que si realmente nos movemos o si más bien siempre estamos en el mismo lugar. Dicho de otro modo, pensaba si esa flora variada que nos presenta Lacho más que un desplazamiento físico concreto (o un registro de ese desplazamiento), es fruto de sus fantasías, sus secretos, su forma de entender el universo.

De mi parte prefiero el misterio, cuerpo y materia que emerge de la superficie y a la vez se interna en ella. ¿Qué será esa textura que crece desde una esquina y se ramifica hacia el centro? ¿Qué será de la naturaleza que esos objetos representan? ¿Cuáles son las preguntas que podemos hacernos nosotros frente a esto?

Es una obra que avanza por caminos cada vez más amplios y diversificados, pero que a la vez se acotan en un sentido que se suele entender como un “cuerpo de obra”, que refiere un poco a su itinerario de viajes, pequeñas aproximaciones/apuntes de un paisaje que lo rodea.

Una constelación que se fuga, canoas, ríos y arroyos y ramas, flor del Irupé, campos y caminos. Algunas pistas de imágenes veladas, el agua atraviesa toda su obra, como sumergiéndonos entre los camalotes, zonas pantanosas, y nuevamente esa duda inicial, la que nos habla de un artista en constante cambio, comprometido con su contexto de producción, pero por sobretodo comprometido con su obra.

Lucas Mercado, Noviembre 2010

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